martes, 2 de enero de 2018

Noventa días - Parte IV (FINAL): El visado

A estas alturas es bien sabido que Chile exige visa a muchos de sus visitantes, si desean establecerse por motivos laborales, educativos, entre otros. Muchos blogs, páginas, perfiles y videos de YouTube abordan el tema con más o menos precisión, según sea el caso. El portal del Departamento de Extranjería y Migración de Chile explica el proceso y tipo de visa por la que se puede optar con bastante claridad. En esta última entrada relacionada con mi experiencia durante mis primeros noventa días en Chile me limitaré a explicar los pasos que yo di para obtener mi visado, sin abordar aspectos relativos a otros tipos de visas o procedimientos. Esto fue lo que hice, y solo a mi proceso personal me remitiré. Otro blog, mucho más amplio y especializado en el tema que el mío -Venezolano en Chile- ya ha contestado muchas dudas sobre este proceso migratorio.

Laguna La Esmeralda. Foto: Lorena Matheus
Desde el primer momento, y basándome en las indagaciones que había realizado antes de partir de Venezuela, sabía que la Visa por motivos laborales sería que la solicitaría. Esta es la más común. El requisito principal para procesarla es haber sido contratado por un empleador o empresa chilena, con inicio de actividades comprobable. Este lo obtuve gracias a mi empleo en la panadería. Este contrato, además de notariado, debe contener una serie de clausulas que se precisan en el portal de Migración y Extranjería. Es muy importante que aparezcan en el contrato, redactadas con claridad, y de preferencia, siguiendo las recomendaciones del portal. Entre ellas está la remuneración que se va a percibir y el compromiso del empleador a hacer las retenciones y pagos  pertinentes al régimen previsional chileno -más adelante volveré sobre este punto, pues es muy importante por acá.

Una vez obtenido el contrato notariado, me dirigí a la oficina migratoria más cercana, ubicada en el edificio de la Gobernación de Biobío, frente a la Plaza de Armas de la ciudad, con los otros requisitos exigidos: dos fotocopias de mi pasaporte, dos fotocopias de la tarjeta de turismo -el ticket de la PDI- y dos fotos tamaño carnet. Estas últimas me parecieron muy curiosas. Son diminutas, de 2x3cm, e incluyen el nombre completo y el número del pasaporte del retratado en la parte inferior, en letras blancas de imprenta sobre un fondo negro. Son una rareza comparadas con las de uso común en Venezuela. Con todo esto metido en una carpeta, más los documentos originales a la mano, me dirigí raudo a la oficina migratoria.

Aquí fue atendido rápidamente por la única encargada de la oficina. En aquel entonces, agosto de este año, trabajaba ella sola allí. En mi última visita, ya tenía dos asistentes a su cargo, y un sistema de citas para ser atendido. Así habrá aumentado el número de extranjeros. Pero no vayan a creer que se trata solo de una marea de venezolanos huyendo de la crisis. Resulta que somos el grupo más reciente de inmigrantes que acoge el país austral. Desde hace tiempo, grupos haitianos, peruanos, bolivianos, colombianos, entre otros, han escogido Chile como su nuevo hogar. Así lo he comprobado, tanto en las calles como en la sala de espera de la oficina. Allí aguardé unos pocos minutos para ser atendido. Una vez en presencia de la encargada, solicité formalmente mi visa. La señora recibió mi documentación, los recaudos, me hizo algunas preguntas, relacionadas con mis datos personales, padres, lugar de origen, educación y profesión, y sobre mi empleador. Todo transcurrió con total normalidad. De inmediato, tras haber ingresado la solicitud, me dio la planilla para cancelar mi permiso de trabajo, el primer documento que extendía mi periodo de estadía legal en el país.

La ciudad de Los Ángeles, desde el edificio Manuel Rodríguez
En este punto acoto que el proceso migratorio funciona distinto en las provincias que en la capital. Si bien algunos amigos y conocidos me han dicho que han tenido que esperar hasta dos meses para obtener el primer permiso de trabajo, he sabido también, sobre todo por mi experiencia personal, que el permiso se obtiene de manera inmediata en la oficinas regionales. Tras cancelar el arancel del permiso -0.5 U.T. o unos $20000-, volví a la oficina. La encargada selló mi permiso, válido hasta el 11 de diciembre, y me dijo "Bien, vaya a trabajar, pues". Me despedí radiante, con una sonrisa, y salí al frío de la calle, con una sensación de ligereza indescriptible. Ya el plazo de noventa días no era importante. Ya podía estar, como mínimo, hasta diciembre sin problema alguno.

Aclaro que el permiso de trabajo es distinto a la Visa de trabajo, o al RUT. Este permiso es una tarjetita que contiene los datos del extranjero y el plazo de validez del mismo, y el sello que lo autoriza a laborar en el territorio. Con este permiso no se puede tramitar el RUT, aunque sí permite solicitar un RUT provisorio en la oficina del Servicio de Impuestos Internos (SII), pero vaya que es un RUT inútil este último. A mí me provocó más problemas y confusiones que otra cosa. Sobre todo porque la oficina de la AFP (Administradora de Fondo Previsional) te genera otro, totalmente distinto, hasta la obtención del RUT. Sí, lo sé. Demasiadas siglas para un solo párrafo. Continuando con la diferencia entre permiso de trabajo, Visa laboral y RUT, el segundo es una estampa que se coloca en el pasaporte del extranjero, y suele tardar varias semanas o meses en ser aprobado, mientras que el RUT es la cédula de identidad que sirve para prácticamente todo. Me encanta ver como aquí han logrado organizar casi todos los aspectos cotidianos, laborales, legales o educativos a partir del RUT. Para todo te lo piden. Lo cual puede ser muy estresante para el extranjero recién llegado, que se ofusca cuando todo el mundo te pide tu surrut -chiste tomado de Un Wey Weón.

Plaza de Armas. Al fondo, Catedral de
Santa María de Los Ángeles
Comento rápidamente sobre el fondo previsional chileno. Este es, básicamente, el fondo de pensión y salud. Son temas que no comprendo del todo. Ronny es más ducho en estas áreas. Solo sé que este fondo se abona mensualmente, a partir de la liquidación del mes. Aquí, la liquidación hace alusión al paso mensual del trabajo realizado, no a un término de la relación laboral. A eso se le llama finiquito. Esta liquidación mensual refleja el monto que el empleado generó, del que se impondrán los porcentajes que van al fondo previsional. Este se divide en dos, principalmente: FONASA, que es el Fondo Nacional de Salud, y representa el 7% de las imposiciones, y la AFP -Administrador de Fondo Previsional- con consiste en un ente privado al que uno se afilia y que administra el fondo de pensión -o algo así-. En mi caso, me afilié a la AFP Planvital, y esta impone un 10,7% del sueldo mensual. Juntas, representan casi un 20% que se descuenta del sueldo. Lo que queda, se considera sueldo líquido, y es lo que uno percibe a fin de mes.

Es importante tener todo esto es orden y solvente al momento de recibir la estampa de la visa en el pasaporte. Una vez que esta llega, se cancela el arancel de la misma -1 U.T. o algo así como $40000-, y esta se te estampa en el pasaporte. ¡Listo! Ya puedes olvidarte de los noventa días. En mi caso, recibí la notificación de la aprobación el 13 de diciembre. Ese mismo día pagué el arancel, pero por las muchas solicitudes de la oficina de migración, tuve que pedir una nueva cita para que me estamparan la visa. La cita fue para el 2 de enero. Esta primera visa que uno obtiene es provisional, con duración de un año. Luego se puede renovar por un periodo de igual duración, o se puede pedir una definitiva, de mayor duración. Posteriormente, se puede solicitar la nacionalidad. Pero aún no me he puesto a indagar sobre esto. Será para después. Ya con la visa estampada en el pasaporte, se debe acudir a la oficina más cercana de PDI -Policía De Investigaciones- para realizar el registro en sus archivos. Con el documento obtenido de esta entrevista, se acude al Registro Civil para tramitar el primer RUT. Además del registro de la PDI, me tocó llevar fotocopias del pasaporte -página de datos, página donde aparece el sello de entrada y página donde del estampado de la visa- y fotocopia del ticket de la PDI. Allí se cancela un arancel, se toman datos, huellas, fotos, y se obtiene de manera inmediato el número del RUN personal. La llegada del carnet tarda un par de semanas, con aviso de retiro por el correo.

Visa temporaria obtenida
Y así, queridos lectores, se establece uno legalmente en este hermoso país. Este fue mi proceso. Conozco a muchos que han tramitado la visa en calidad de profesionales, empleando sus títulos apostillados y una propuesta laboral, como fue el caso de Ronny, pero no el mío. Este proceso tiene ciertas diferencias fundamentales, pero no las conozco todas, así que no ahondaré en ello. Otra opción es pedir asilo político, pero esta es una decisión que debe estudiarse detenidamente, para comprender todas las implicaciones que tiene. Varios conocidos tomaron esta opción, y gracias a ella, también lograron establecerse. 

Gracias a Dios, mis valores, mi buena crianza y mi chispeante personalidad, he logrado desempeñarme bien en mi trabajo, y este me ha permitido obtener mi visa. Es importante, muy importante, saber que cada venezolano que emigra es un representante involuntario de toda nuestra cultura. Nuestros errores no son percibidos como las fallas de un individuo, sino de un colectivo, de toda la venezolanidad emigrante. No escucharemos decir "Daniel es un flojo", sino "el venezolano es flojo". Se escuchará así en las calles, en los medios de comunicación y en la boca de todos. No todos estamos conscientes de la responsabilidad que tenemos sobre nuestros hombros al salir de Venezuela, ya que justamente vamos a crearnos una mejor vida, no a repetir los errores que nos llevaron a esta situación. Por fortuna, lo que a mis oídos ha llegado han sido comentarios positivos. Sé que estamos haciendo un buen trabajo, y que estamos regando por el mundo nuestra alegría, nuestro humor, nuestro carácter trabajador. Sigamos así, y por favor, dejemos atrás la viveza, aprovechemos esta única y dura oportunidad de aprender lo mejor de estas culturas que nos reciben. No es fácil obtener la oportunidad. Por favor, hagámosla valer.

Así concluye esta relación de mis principales experiencias vividas aquí durante los primeros noventa días. ¿Aún tienes dudas? ¿Algún aspecto quedó poco claro? Comenta y con gusto responderé. Seguiré relatando en futuras entradas las curiosidades que poco a poco se me han hecho cotidianas. Por ahora, hasta la próxima clase.

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