miércoles, 5 de abril de 2017

Hasta la próxima clase

Estudiantes, compañeros, nefelibatos, seres tripartitos, partículas apenas reconocibles, y desde ahora que no nos separa un escritorio, amigos míos. Esta lenta despedida ha llegado a su momento culminante. Una pausa, más bien. Un "hasta la próxima clase" prolongado. En fin, ha llegado el momento de hacer corolario de todo lo aprendido, y lo digo tanto por mí como por ustedes, pues no es un secreto que en un salón de clases motivado el aprendizaje fluye en ambos sentidos, como una autopista que conecta mentes ávidas de conocimientos. Ancora imparo, decía Da Vinci, aún en su vejez, cuando se pudiera pensar que un genio universal como el suyo ya lo sabía todo. Errado sería pensar esto, pues aprender todos los días solo nos demuestra lo mucho que ignoramos, y lo minúsculo que resulta el razonamiento humano ante la vastedad del universo y el funcionamiento de la existencia. Cito entonces a Sócrates, que al darse cuenta de esta realidad declaró: Scio me nihil scire o scio me nescire; Solo sé que no sé nada.

Y fue tanto lo aprendido, tanto lo discutido, tanto lo razonado, que pareciera que dos años no han pasado. El tiempo es relativo (Einstein, 1905). Yo siento el paso de estos dos años como un largo y enriquecedor periodo, que inició un martes 17 de marzo de 2015, a las 7am.

Buscaba en ese entonces un empleo que me resultara más adecuado a mis necesidades temporales y espaciales -que quedara más cerca de mi casa, pues- y que me permitiera, además, un cambio de aires. Incluso consideré la idea de abandonar las aulas y dedicarme a cualquier otro oficio. Manual, de preferencia, pues el cansancio del cuerpo se recupera más rápido que el de la mente. Sin embargo, dejé que el destino hiciera rodar la bola a su antojo y envié currículos a diversas instituciones y locales. No fue el destino quien hizo repicar mi teléfono aquella tarde, sino el Comandante (B) Héctor Romero, comunicándome que, y cito,  "Una prestigiosa institución educativa de excelencia, del cuerpo de Bomberos Valencia podía requerir de mis servicios". El lunes siguiente asistí a la entrevista y el destino siguió con su juego. El día siguiente a la entrevista, fui arrojado a la jaula de los leones para probar mis habilidades y conocer el nuevo terreno de juego.

En el acto, quedé sorprendido. Aquella ventosa mañana de marzo llegué a un patio donde los profesores se sentaban alineados frente a una formación perfectamente colocada. Los uniformes pulcros y planchados, la marcialidad del paso, la clara entonación del himno y la deferencia del trato contrastaban con mis experiencias previas en un patio de formación. Tras unas breves indicaciones de la coordinadora académica, pasé a mi primer salón. Aquel día tenía un bloque de Castellano y otro de algo llamado "Lenguaje e investigación" con 3er año A. Al entrar a su aula, sobriamente decorada, mi sorpresa siguió aumentando -para mis adentros, claro. Jamás un profesor debe mostrar su lado flaco ante un salón lleno de estudiantes-. La sección, de apenas 23 estudiantes, no se estaba matando cuando entré. Todo lo contrario. Me recibieron con un saludo fuerte y marcial: "Buenos días, profesor", todos ellos de pie, con la vista al frente. Tanto respeto me dejaba anonadado. Pero había que esperar y comprobar. Podía ser una simple fachada, una estratagema para medir las fuerzas del nuevo oponente. Sin embargo, la hora avanzó, y antes de que llegara el primer receso, ya me había convencido de que estaba frente a estudiantes excepcionales, que, en su mayoría, me hicieron creer que la enorme inscripción de la entrada "Solo para los mejores" no era simple propaganda. Antes de que el día terminara, y tras haber estado con una sección de 5to año, un 2do año y el otro 3er año, la sección B, no solo creía en el lema de la institución. Ya me había comprometido a ser parte de él.

Ese día quedó grabado a fuego en mi memoria. Fue un comienzo. La primera roca que en su caída desencadena una avalancha. Nuevamente, el destino me guiaba con mano firme. En poco tiempo, me hice parte de la institución. Tomé nota mental -y en mi carpeta- del perfil de aquellos individuos que habían sido puestos a mi cargo con el propósito de enseñarles los duros caminos de la gramática, los laberintos de la literatura, la riqueza de nuestra lengua, y por sobre todo esto, cual encumbrado soberano, el amor por los libros y los mundos que guardan dentro de sí. La materia de Lenguaje e investigación resultó ser un terreno fértil para cultivar el hábito de la lectura. Fue entonces cuando desempolvé a mis viejos amigos de biblioteca para que me ayudaran en mi tarea: Verne, Poe, Neruda, Exupéry, Shakespeare, Otero Silva, Garmendia... Incluso el monarca de mis estanterías, Stephen King, fue llamado a la batalla, y fue un aliado soberbio. Solo mirar los rostros aterrados, absortos, y en algunos casos, dormidos, de aquellos pequeños de 3er año "A" me hizo saber que el camino ya se había comenzado a enlosar.

Lo demás, es historia. Y son historias bien interesantes, que pronto me sentaré a contar. Por ahora, los tentáculos de la nostalgia previa, lo que podríamos llamar "pre-nostalgia", comienzan a apoderarse de mi pecho. Saber que pronto estaré enfrentándome al mundo desde otros flancos, dejando atrás a todos cuanto conozco y aprecio por lo mucho que han hecho por mí, es algo que comienza a hacerme mella. Ya llegará el momento de derramar una o dos lágrimas por el incierto "hasta la próxima clase". Por ahora, hay mucho trabajo que hacer, muchas manos que estrechar, muchos nudos que atar. En el drama de la vida humana, la obra siempre continúa, desde Adán y Eva y hasta el último humano que respire sobre la faz de la tierra. No somos más que personajes que entran y salen de escena, procurando realizar una actuación extraordinaria que sea digna de memorar en las futuras generaciones de actores -para más información sobre este pensamiento, vean Stranger than fiction (2006)-. Para mí, un nuevo acto ha comenzado. El telón se cierra en este lado del mundo. Pero los aplausos, sus aplausos, seguirán resonando dentro de mi por mucho tiempo, hasta que se derrumbe el horizonte.

Nos vemos en la próxima clase. Espérenla preparados. Ya ustedes saben como soy.

José D. Alvarado (Abril 05, 2017)

4 comentarios:

  1. Muchas gracias por todo profesor...PD: APAREZCO EN LA FOTO jajajajaja

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  2. Que los caminos de èxito se aperturen siempre para ti, querido amigo.

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  3. gracias gracisa y gracias profesor cada vez que leo algo de usted no puedo evitar derramar unas lagrimas, Dios lo bendiga y lo cuide siempre y por favor trate en ese nuevo horizonte a donde se dirige , siga como profesor no abandone las aulas, siga tratando de impulsar a sus alumno nuevos alumnos a la excelencia

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