PARTE IV: POR LA RAZÓN O POR LA FUERZA
Pisamos Chile por primera vez la tarde del
martes 23 de mayo, alrededor de las 6pm. Nos recibió con un abrazo helado, al
que respondimos con nuestro calor interno. No vimos mucho durante las primeras
horas, pues entramos prácticamente de noche. El bus hizo una parada en un pueblo
cuyo nombre no recuerdo, alrededor de las 9pm. Ronny compró en un restaurante
un pollo al maní. Yo tenía mi apetito muerto desde hacía rato. Primero por el
psicoterror de los bolivianos de la frontera. Luego por la emoción de la entrada al país. Así que
apenas si probé algo. Me supo a nada. Me dormí escuchando a Antonella sorber su
sopa.
A medianoche pasamos por Arica, en la
región de Arica y Parinacota. Nos sorprendió lo movida que se veía la ciudad,
para ser medianoche. Allí el bus hizo parada. Me volví a dormir casi en el
acto. Despertamos en nuestro destino, Iquique, capital de la región de
Tarapacá, alrededor de las 4.30am del miércoles 24 de mayo.
Esperamos a que el terminal despertara. Poco
antes de las 6am, comenzamos a ver movimiento. Ronny consiguió una casa de cambio, y cambiamos solo una parte, porque el señor tenía la tasa
de cambio a 600 pesos por dólar. Nos pareció muy baja. Supimos que en Santiago
podíamos conseguirlo a 665 pesos por dólar, que es la tasa oficial. Así que
solo cambiamos lo suficiente para este tramo del viaje.
1 $ = 665 pesos chilenos
Luego compramos los pasajes. Nos habían
recomendado la línea Ciktur, pero nos
pareció que estaba muy cara –además de cerrada-, así que nos fuimos con la
línea Pullman San Andrés, que tenía
los pasajes a 25000 pesos hasta Santiago, saliendo a las 7am. Esperamos un poco
más, me familiaricé con la moneda local –francamente, que billetes tan bonitos-
y dimos algunas vueltas por el terminal. Vimos que la costa estaba muy cerca.
Así comenzó nuestro penúltimo tramo: Iquique-Santiago.
Un viaje de 24 horas. Puedo decir que aprecié cada una de esas horas. El paisaje
era algo totalmente nuevo para mí. Una impresionante cordillera a mi izquierda
y un inquieto océano Pacífico a mi derecha. Era la primera vez que veía el océano
Pacífico. La ciudad de Iquique me pareció encantadora. Me parece que fue la
última vez que sentí calor en el ambiente. Adiós, temperaturas sobre 15º. Las echaré
de menos.
Poco antes de las 10am hicimos una parada
forzosa en la frontera entre Tarapacá y Antofagasta. Los aduaneros estaban de
paro, así que no pasaríamos hasta mediodía. Aprovechamos la parada para comer y
echar un ojo a la playa. Había un restaurante poco encantador cerca, con unas
empanadas nada memorables. Aquí tuve mi primer encuentro con una realidad que
me tocará vivir por mucho tiempo: en Chile el café colado es una rareza; el
santo patrón cotidiano es el Nescafé. Suena muy bonito durante las primeras tres tazas,
pero luego recuerdas el colador negro de la cocina con sus vapores aromáticos y
dan ganas de llorar.
Fuimos hasta la playa –como a 300 metros
de la carretera- a ver las olas más de cerca, muriéndonos de frío. Luego regresamos,
y menos mal que lo hicimos, porque los aduaneros levantaron el paro antes, y
pudimos pasar a las 11am, tras otro chequeo de pasaporte y equipaje. No me
quejo de esto. Ojalá este tipo de control se llevara a cabo en todas partes.
Y seguimos. Comimos las tres comidas que
ofrecía la línea. Un tanto insípidas. Parecía comida de hospital. Pero se
agradece. Hicimos parada en una ciudad que no recuerdo bien –creo que era
Antofagasta-, en un terminal que casi parecía aeropuerto. Y luego seguimos, y
seguimos, y seguimos.
En general el paisaje del norte de Chile
me pareció fascinante. Como estar dentro de un atlas de geografía o en una
película de corte independiente. Fue surreal atravesar un desierto y tener que
usar dos chaquetas para sobrellevar el frío. Al caer la noche ya no pudimos ver
nada. Solo una terrible película tailandesa que se repitió a sí misma.
Así despertamos el jueves 25 de mayo
llegando a Santiago. Me perdí Valparaíso. Que chimbo. Había neblina y llovía a
la usanza inglesa. Apenas si tuve tiempo para sorprenderme por la cordillera y
los edificios. Llegamos al Terminal de
buses sur de Santiago –creo- y de inmediato compramos pasajes para Los
Ángeles, en la región del Biobío. Aquí nos despedimos de nuestros últimos
acompañantes: Maricarmen, Israel y Antonella. Ellos se quedarían en Santiago. A
nosotros aún nos quedaba camino por recorrer. Nos despedimos y quedamos en
estar en contacto. Con el wifi de la terminal, pudimos dar señales de vida a
nuestros familiares. Luego de eso, y teniendo que esperar aún dos horas para la
salida del bus, teníamos dos urgencias: comunicarnos con mi primo y bañarnos.
En serio. Yo no me aguantaba a mí mismo. Y no porque oliera mal, porque no olía
mal –las cinco capas de ropa lo disimulaban muy bien- sino por la sola idea de
llevar más de 72 horas sin bañarnos. Apenas si me había cambiado la ropa en dos
ocasiones en el baño de los buses. Nuestra salvación vino en forma de un gran
letrero: BAÑOS PÚBLICOS – DUCHAS. Me dio igual pagar 3000 pesos por una ducha. En
ese momento no sabía aún el valor de 3000 pesos. Poder bañarme, con agua
caliente, con jabón y champú, fue como volver a la vida. Ahora sí estaba listo
para afrontar ansiosamente el último trayecto.
No pudimos llamar a mi primo. Y se
acercaba la hora de salida del bus. Resolvimos la situación elegantemente:
fuimos a una tienda y compramos un teléfono y una línea. Compré de una llamada
WOM porque me gustaron sus colores. Sí, lo sé, es una razón tonta, pero me da
igual. Tomamos nuestro último bus en la línea Pullman –por 7000 pesos- y partimos a las 12.30am.
El viaje hasta Los Ángeles duró 7 horas. Resulta
que en Chile los buses no pueden exceder los 100Kms/H. Lo supimos porque pedimos
el asiento delantero del segundo piso del bus, y teníamos una pantalla que
indicaba la velocidad del autobús, y que sonaba con un pito cada vez que el
chofer excedía el límite.
Francamente, no podría describir la
ansiedad que sentí en este último tramo. Luego de casi dos semanas de viaje,
llegaba ya el momento en que debía dejar las maletas quietas y afrontar un
nuevo desafío, el más duro, el más temido, el que narraré en otra entrada de mi
blog: establecerme como inmigrante. Cada kilómetro, cada hora, cada momento que
pasaba y me acercaba más a Los Ángeles caía como un clavo para mí de esta nueva
realidad. Llegamos al Terminal de buses
de Los Ángeles a las 7.30pm. Llamé a mi primo para confirmar la dirección y
anunciar mi inminente llegada. Luego de un último taxi, llegamos a una
callejuela que bien podría haber sido Privet Drive, Little Whinging, Surrey, y
que sería nuestra pista de aterrizaje.
Llegamos con el final del otoño. Los
primeros árboles que vi aún tenían unas cuantas hojas secas. Mi primo Alejandro
nos abrió la puerta de su casa y creo que nunca podré expresarle mi
agradecimiento por ese gesto. Ser inmigrante implica demasiadas cosas, apenas
perceptibles cuando uno planea salir del país, y que golpean muy fuerte cuando llegan
como un otoño implacable. El viaje resulta ser lo más sencillo de todo, al
final del mismo, y casi desearía uno seguir recorriendo calles, regiones,
países, y nunca detenerme, cuando llega el momento de afrontar la realidad: que
hay que comenzar literalmente desde cero. Pero eso es material de otra entrada.
Aquí termina este relato, esta bitácora. Gracias por tu paciencia. Te saludo
calurosamente desde el sur.
Sencillamente increíble, lo disfruté mucho. ¡Bendiciones profesor!.
ResponderEliminarAgradecido por tu lectura, José. Feliz día.
EliminarGracias a ti por compartir.! que la buena suerte terrenal y las Bendiciones celestiales los acompañen. Un abrazo de paisano a paisano Venezolano
Eliminarexcelente historia !! muy inspiradora para nosotros ya que planificamos salir del país en familia con destino a chile !! muchos exitos de Magallanero a Magallanero
ResponderEliminarsaludos
Saludo magallanero. Mucho éxito.
EliminarBuenisima tu historia.
ResponderEliminarProf Gracias por Compartir, un Abrazo...
ResponderEliminarhola chamo, muy buena tu historia...me gustaria seguir leyendo, despues de todos estos capitulos como es el proceso de conseguir trabajo?, es relativamente rapido? en cuanto tiempo un imigrante puede conseguir trabajo o cuales son los mas comunes, por lo menos para alquilar una habitacion y cubrir alimentos, saludos..
ResponderEliminarHola, Ronald. Recientemente publiqué varias entradas que podrían interesarte con respecto al proceso de obtención del primer empleo. Buen día.
EliminarWaooooo simplemente waooo es mi comentario. Dan ganas de viajar. Me gustaría seguir leyendo tu blog exelentr escritor pana. Exitos
ResponderEliminarMuy agradecido. Te invito a leer las entradas más recientes.
EliminarFelicitaciones !!! exitos en tu nuevo destino !!! Tu relato me da mas fuerza para realizar mi viaje que sera en mi carro (a pesar de la BR 319) hasta Argentina. Atte Ricardo: ricardoencinozo@yahoo.com
ResponderEliminarIncreíble !! Es tan clara tu Bitácora que siento como si hubiese hecho el viaje. Felicitaciones
ResponderEliminarMe complace que te haya parecido tan vivido. Feliz día.
EliminarHola amigo muy interesante tu historia cuanto nos gustaria ahora saber la cotidianidad en ese pais de chile como es la hospitalidad de las personas, su cordialidad, el dia dia la forma de encontrar empleo el gasto promedio, en el caso de profesionales yo soy Licenciado en administracion y tengo ganas de emigrar hacia ese pais
ResponderEliminarHola, Adrián. Acá el carácter general de las personas es más distante, comparado con cómo somos en Venezuela. Te conseguirás buenas y malas personas. Yo me he conseguido más de las primeras que de las segundas. La mayoría siente mucha empatía con los inmigrantes, especialmente los venezolanos. Te invito a leer mis entradas más recientes para conocer más sobre el particular.
EliminarDe principio a fin ¡excelente! FELICIDADES...
ResponderEliminarGracias por tu lectura, Carlos. Feliz día.
EliminarQue maravilloso relato!! Eres un escritor excelente, deberías dedicarte a eso. Viví y disfrute el viaje contigo (jeje) pues estoy en mi preparación del mio propio,pero me iré por Colombia. Espero te este yendo muy bien y me gustaría leer un poco mas de tu vida en Chile. Un fuerte abrazo paisano venezolano!
ResponderEliminarMuy agradecido por tu apreciación, Leonardo. Espero que tengas un buen viaje y un comienzo aún mejor en nuevas tierras.
EliminarFue de las mejores historias, gracias por compartirnos tu experiencia espero yo también poder seguir tus paso y emigrar muchas gracias por compartir tu experiencia
ResponderEliminarencantada que bueno de la mano de dios todo puede ser una aventura....
ResponderEliminarExcelente historia, atrapas con tu narración, mucho éxito en tu nueva vida en el extranjero.
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